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Adulta mayor de 70 años teme ser víctima de feminicidio a manos de su propio hijo en Casanare. Justicia la obliga a que debe vivir con él.

“Sociópata, igual que lo que quiere hacer Diego Barrera con mi mamá”. Esta fue la lapidaria frase de Edwin Barrera, gerente del Hospital Local de Yopal, a propósito de la noticia en la que el tristemente famoso Jhonier Leal confesó haber asesinado a su mamá, Marleny Hernández y hermano, Mauricio Leal, el pasado 18 de enero, y que él relaciona con el drama de violencia intrafamiliar que padece su señora madre Nubia Cecilia Rodríguez Estupiñán con uno de sus hijos y que la hace temer ser víctima de un feminicidio.

Nubia, una mujer de 70 años, con algunos achaques de salud, narró que esta problemática se remonta a hace cerca de 13 años, durante los cuales en forma silenciosa soportó el maltrato, insulto, grosería, humillación y agresión sicológica y verbal de parte de Diego Fernando Barrera, su hijo menor que ya cuenta con 34 años de edad.

Explicó que para evitar un conflicto entre él y sus dos hermanos, Edwin y Alexander, quienes ya no vivían con ella, prefirió callar los constantes atropellos los que iniciaron cuando su hijo retornó a su casa luego de haberse ido a vivir a Trinidad, municipio donde los hermanos y Nubia, lo apoyaron económicamente con el emprendimiento de un café internet.

 

Comenzaron los conflictos

En ese municipio Diego comenzó a tener problemas con la novia y la suegra, quien se opuso a la relación considerando, entre otras cosas, que la chica era menor de edad. Él reaccionó a esas situaciones con un intento de suicidio.  Al conocer de esta situación, Nubia fue a buscarlo para que regresara a Paz de Ariporo, ayudándolo en el montaje del café internet en un local que dispuso para ello. Finalmente, Diego terminó viviendo en la casa, con su novia, Ana Yesenia Niño, entre 2008 y 2010. Es ahí donde se evidencian los primeros encontronazos, gritos, insultos, maltratos y amenazas.

Nubia relata que Diego Fernando agredía y maltrataba a la pareja, quien recurría a ella para que la defendiera. Las dos terminaban en su habitación, encerradas con cerrojo para protegerse de la violencia del energúmeno sujeto. En juicio o en estado de embriaguez era muy agresivo, con las dos, enfatiza. Tanto que cuando lo veían iracundo se encerraban en la habitación con comida y un balde para hacer las necesidades, mientras a él se le pasaba el malgenio o se iba.

Por su parte Yesenia, en una declaración extra juicio, relata, que en varias oportunidades Diego agredió a Nubia, situación de la que ella fue testigo mientras vivió en Paz de Ariporo. Incluso contó que, en alguna oportunidad, casi le da una cachetada a su propia madre, que terminó recibiendo ella al intervenir. También refirió que en varias oportunidades debieron resguardarse en la habitación de Nubia para protegerse de él porque intentaba meterse a la fuerza golpeando la puerta, rompiendo los vidrios, gritando palabras groseras y ofensivas, diciéndoles perras, vagabundas y putas, entre otros improperios.

Yesenia no aguantó más ultrajes y terminó yéndose. Reveló que el hombre le tiraba y quemaba la ropa, le botaba los libros de estudio al tanque de agua, hackeaba el celular, la perseguía, acosaba, amenazaba de muerte si esta lo llegaba a dejar. Aunque intentó denunciarlo en dos ocasiones no logró que la atendieran en la comisaría de familia de Paz de Ariporo. Sin embargo por fin se pudo librar de él, trasladándose a otro municipio, aunque esto le representó que Diego nunca respondiera por la manutención de su hija. Actualmente lo tiene demandado ante la Casa de la Justicia en Yopal.

 

El vía crucis de Nubia

Nubia durante los siguientes años siguió soportando los malos tratos de su hijo Diego, pero el pasado 4 de diciembre de 2020, no toleró más sus abusos y agresividad y sintió temor de perder la vida a manos de su propio retoño, y ser víctima de un feminicidio. Decidió huir de su casa en Paz de Ariporo para refugiarse donde su otro hijo, Edwin Barrera, en Yopal. Recordó que años atrás, en 2001, le tocó también exiliarse ante el acoso, extorsión y amenazas de un grupo paramilitar, que le mató a su esposo José de Jesús Barrera.

Con la voz entrecortada y llanto reprimido, Nubia narró que ese mismo día llegó sorpresivamente, en chanclas y con sus maletas, a la vivienda de Edwin en Yopal. Esto porque Diego llegó a las 4 de la mañana, gritando, diciendo groserías, amenazando con que la iba a matar, rompiendo los vidrios de la puerta de su habitación y una chapa para intentar ingresar. Sintió terror de que hubiera podido entrar y cumplido su amenaza de matarla. Aunque llamó a una amiga y la dejó escuchar las palabrotas que brotaban del ser que ella parió, y esta a su vez llamó a la policía, cuando esta llegó, no pudo salir de su habitación por temor a que la golpeara y le hiciera daño. Esta fue la gota que rebosó el vaso y la hizo huir del peligro en que se convirtió su hijo.

Conclusión del Instituto Nacional de Medicina Legal:

Sobrevivió a los paramilitares y ahora su terror es su hijo

Esta mujer con mirada y voz fuerte, oriunda de Socotá, Boyacá, otrora propietaria, junto con su esposo, del tradicional supermercado Los Pielrojas, que funcionó desde mediados de la década de los 80 hasta el año 2000 en pleno centro de Paz de Ariporo, afirma que han sido muchas las situaciones críticas y de violencia que le ha tocado vivir pero esta la tiene muy conmocionada y afligida, por tratarse de uno de sus hijos.

Precisamente uno de esos momentos difíciles tuvo que ver con el asesinato de su pareja a manos del grupo paramilitar Autodefensas Unidas de Colombia, AUC, ocurrido en 1997. Recuerda con melancolía que su compañero de vida fue sacado de su residencia el 21 de enero de ese año, por parte de unos hombres y al siguiente día lo encontraron muerto en un paraje del municipio.

Su vida cambió drásticamente a partir de ese momento, no solo por este doloroso hecho sino porque los paramilitares se ensañaron contra ella y su establecimiento comercial, al que llegaban a saquear existencias y dinero, en una extorsión permanente. En varias ocasiones ingresaron a su casa para matarla, pero milagrosamente no lograron su cometido. Debió esconderse una y otra vez para no dejar huérfanos a sus tres hijos. Fue tanta la presión que en 2001 tuvo que huir con su prole, del todavía pequeño pueblo a Sogamoso y ser una más de las familias desplazadas por la violencia armada que sacudió a Casanare a finales de los 90 y comienzos del 2000.

En Sogamoso vivió en un apartamento pequeño, ya como cabeza de hogar y desde allí intentó gerenciar su autoservicio, pagar las múltiples deudas con bancos, proveedores y personal, que no daban espera porque estos no entendían el desmedro que el fenómeno paramilitar causó en su familia.

Sus hijos mayores, Alexander y Edwin, con mucho esfuerzo y sacrificio, comenzaron a estudiar sus carreras profesionales de ingeniería civil y medicina, respectivamente. El menor, Diego, mientras tanto estudiaba a trancas y mochas, el bachillerato, que muchos años más tarde habría de culminar.

Para el año 2003, luego de que comenzara a disminuir la violencia paramilitar, Nubia retornó a Paz de Ariporo a prácticamente empezar de cero como lo había hecho en los primeros años de los 80, cuando llegó nombrada como secretaria general y mecanógrafa del ICA. Montó un nuevo negocio, Variedades Nubiecita, ahí en el mismo sitio donde había quedado el autoservicio, en la carrera 10 No. 23-25.

Nubia relata que Diego estuvo en varios colegios, incluido el colegio militar Inocencio Chincá en Boyacá, pero no estudio una carrera profesional como sus hermanos y, a pesar de ello, siempre se le apoyó y ahora ella solo lo puede catalogar como un maltratador y un demonio, que atormenta sus últimos años de vida.

 

La justicia evidencia la agresión, pero obliga a la mamá a vivir con el maltratador

Aunque durante muchos años Nubia guardó silencio sobre la violencia que venía padeciendo, cuando ya vio inminente que su hijo podía matarla se armó de valor para denunciarlo por violencia intrafamiliar. Contó todo lo anterior esperando que la justicia actuara y ella pudiera recuperar la tranquilidad perdida.

En las primeras diligencias del 17 de diciembre de 2020 y del 4 de enero de 2021, la Comisaria de Familia de Paz de Ariporo impuso medida de protección a favor de Nubia y en contra de su hijo Diego, mediante la cual lo conminó a no ejercer violencia intrafamiliar contra su madre y le solicitó al comandante de la policía de Paz de Ariporo brindarle protección especial y temporal.

En el requerimiento a la policía, la comisaria Sabina Alexandra Sanabria Gaitán, informó que Nubia optó por radicarse en Yopal en la casa de su hijo Edwin Barrera. Para Nubia esta decisión fue obligada por las circunstancias no porque hubiese salido voluntariamente de su casa.

En oficio del 4 de enero de la Comisaría a la Policía, que se rotuló con carácter urgente, además de las restricciones de ley se ordenó el retiro de la casa de habitación de su mamá y se le concedió 24 horas para sacar sus efectos personales, so pena de ordenar el desalojo. Todas estas medidas tendientes a “prevenir nuevos hechos de violencia intrafamiliar o hechos que puedan atentar contra su integridad y salud e incluso prevenir un feminicidio”.

Este mismo día, la Comisaría emitió la resolución 001/21 o fallo de fondo mediante el cual se impuso medida de protección contra Diego; se le prohibió generar hechos de violencia intrafamiliar, física, verbal psicológica, patrimonial y económica contra Nubia; se le prohibió el ingreso a su casa bajo efectos del alcohol u otra sustancia sicoactiva, solo o en compañía; se ordenó el retiro o desalojo de la casa de Nubia, sacando sus efectos personales, so pena de ordenar el desalojo y la imposición de sanciones; se ordenó pagar los daños causados; se prohibió realizar publicaciones en redes sociales ofensivas, denigrantes, atentatorias contra la dignidad de su mamá; se prohibió tener algún tipo de contacto personal o por terceras personas o por cualquier medio de comunicación celular, virtual, escrito o red social con su mamá; se remitió a tratamiento psicoterapéutico a Nubia y se ordenó solicitar protección de la policía nacional.

Esta resolución fue apelada por Diego Fernando Barrera y mediante resolución 074 del 4 de junio de 2021 de la Comisaria de Familia se reconoció que efectivamente este hombre sí tuvo conductas violentas contra su progenitora. Se impusieron medidas de protección a favor de Nubia como prohibirle a Diego generar nuevos hechos de violencia intrafamiliar, presentarse embriagado o drogado en su casa de habitación, realizar daños a la propiedad; igualmente asistir a cuatro orientaciones sicológicas con la profesional contratada por la Comisaria para controlar sus emociones y si era necesario iniciar tratamiento psicoterapéutico y reeducativo por siquiatría, y se ordenó brindar atención psicológica de Nubia con la psicóloga contratada por la comisaria.

Aunque curiosa y contradictoriamente se ordenó oficiar a la Policía para que le brindara protección especial y temporal a fin de evitar un feminicidio, no se ordenó el desalojo de Diego de la vivienda de Nubia por considerar que no se probó que era un riesgo para la salud e integridad de su madre.

Por último, se instó a las partes a iniciar el proceso de sucesión por el fallecimiento del padre y esposo de Nubia, explicando que esto disminuirá los factores de riesgo de generarse nuevos hechos de violencia intrafamiliar.

En otras palabras, un problema de violencia intrafamiliar fue mutado a uno de conflicto por herencia entre hermanos, donde la madre, solo quedó en medio.

En junio 29 de 2021, el juzgado Promiscuo de Familia, confirmó la resolución No. 074-21 proferida por la Comisaría de Familia y apelada en su numeral 8, en el que no se autorizó el desalojo del hombre de la residencia.

El juzgado consideró que si bien Diego ha generado actos de violencia intrafamiliar y posible afectación psicológica a su progenitora también lo es que este niega enfáticamente maltratarla físicamente y que las diferencias son con sus hermanos. Está el dicho de la denunciante, quien afirma que es maltratada y la del denunciado que lo niega. No hay pruebas de conductas violentas repetitivas durante 15 años como lo afirma la denunciante y no está plenamente demostrado que la presencia de este represente una amenaza para la vida como para ordenar el desalojo como medida de protección.

En diciembre de 2021 nuevamente Nubia, a través de su abogada, expresó que su hijo estaba incumpliendo lo ordenado por el Juzgado, en cuanto a que arrendó el local principal sin autorización y usufructuándolo para su beneficio en menoscabo de ella, constituyéndose esto en violencia económica. También informa que el 19 de diciembre volvería a su hogar en Paz de Ariporo y resalta que el dictamen pericial del Instituto de Medicina Legal, describe que “dado el contexto se recomienda que la examinada NO CONVIVA en el mismo hogar con el agresor”.

A pesar de todo esto, la Comisaría de Familia mediante Resolución 001/22 del 12 de enero de este año, se abstuvo de imponer alguna sanción contra Diego, porque no se probó afectación económica, nuevos hechos de violencia intrafamiliar y conminó a Nubia a tratamiento sicoterapéutico con su EPS. Igualmente insistió en que se deben iniciar los trámites de sucesión ya que en gran medida los derechos patrimoniales les asisten a las partes y tienen legitimidad para adelantarlo.

El más reciente pronunciamiento del Juzgado Promiscuo de Familia de Paz de Ariporo, de febrero 2 de 2022, confirmó la resolución 001/22, donde se mantienen medidas restrictivas contra Diego Barrera, pero no se ordena el desalojo de la casa de su señora madre, por considerar que no es un peligro para su mamá.

Nubia desesperanzada

Para esta mujer adulta mayor, que solo quiere vivir sus últimos años de vida en la tierra que la acogió, es muy triste que todos los fallos salgan en su contra y a favor de su maltratador hijo. Cuestiona que la justicia no le crea lo que ella ha narrado sobre el miedo que le tiene a Diego. Se pregunta ¿Cómo cree que uno vaya a denunciar un hijo por maltrato intrafamiliar, si no fuera cierto?

Reitera que “No tengo cómo probar golpes porque yo me protegía en mi pieza, es segura, tiene un pasador muy fuerte, del portón a mi pieza hay como seis metros y de lógico que él se hacía al frente de mi pieza y no podía salir para abrirle a la policía porque él me golpeaba”. “Entonces uno tiene que estar muerto para que se haga justicia”, increpa.

Por ahora ella se niega a volver a su casa en el centro de Paz de Ariporo, mientras su hijo, al que llama “el maltratador”, se vaya.

 

Edwin Barrera también denunció a su hermano por amenazas, calumnia e injuria

Por su parte Edwin Barrera, gerente del Hospital local de Yopal, se siente impotente porque no ha habido forma de que esta problemática termine a pesar de asesorarse de abogados, de las pruebas de violencia aportadas, de que su mamá tiene 70 años, es decir, es mujer y adulta mayor, y que hay más testimonios de personas que han sido maltratadas por Diego pero como la justicia no hace nada, les da miedo denunciarlo. Desde hace rato él también libra una batalla jurídica contra su hermano, a quien denunció por amenazas de muerte, evidenciadas en sus publicaciones en redes sociales y estados de WhatsApp, donde hace visible que porta arma de fuego. En una de estas, expresó que «No la tiene toda hp yo también la porto aquí esperándolo pa meterle 5 y samparme 2 pero los hombres no se humillan se matan hp, si tiene huevas lo estoy esperando desde hace dias hp» (sic).

 

Contexto de violencia intrafamiliar y feminicidios

Entre enero y noviembre de 2021 en Colombia se reportaron 118 mil casos de violencia intrafamiliar mientras que en Casanare se denunciaron 2.030, según cifras de la Policía Nacional, Defensoría del Pueblo y Procuraduría General de la Nación.

Los municipios con más reportes al SIVIGILA son Yopal con 983 casos, seguido de Aguazul con 163, Paz de Ariporo con 161, Maní con 139, Villanueva con 128 y Tauramena con 113.

También en 2021 se han registrado 630 casos de homicidios cuyas víctimas han sido mujeres, de los cuales 64 pueden ser catalogados como feminicidios. De estos, al menos se han presentado 3 en Casanare, Nubia Estefanny Ramírez Parada, Sandra Milena Tupanteve Hernández y Sonia Díaz. Solo los dos primeros hechos fueron esclarecidos mientras que el último, tras cinco meses de haber sucedido, no muestra avances en la Fiscalía.

Familiares de Sonia, precisamente destacaron que ella tenía medidas de protección porque su excompañero sentimental Diego Andrés Suárez Daza, la amenazaba con matarla si intentaba rehacer su vida. Tenían prevista una audiencia de conciliación el 8 de noviembre de 2021 pero ella no pudo llegar a la cita porque fue asesinada, presuntamente por él, según testimonio de su propia hijita de 3 años, delante de la cual fue apuñalada hasta morir.

Las medidas de protección desafortunadamente se volvieron un saludo a la bandera porque no hay policía que pueda atender la seguridad de tantas personas amenazadas o en riesgo. Ni siquiera hay pie de fuerza para controlar un territorio como Yopal o Casanare, mucho menos para proteger a las indefensas víctimas de violencia intrafamiliar.

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