Mariela Avendaño Aljure murió sin encontrar a su esposo desaparecido hace 22 años en Aguazul, Casanare
Mariela Avendaño Menjure, tras llorar durante más de 22 años a su esposo Víctor Julio Mejía Chaparro, desaparecido forzosamente, desde julio de 2001 en Aguazul, Casanare, falleció ayer a la edad de 48 años como consecuencia de una penosa enfermedad. No pudo cumplir su objetivo de hallarlo vivo o muerto y acabar con la incertidumbre de lo sucedido con él.
Mariela era una de las 15 personas creadoras de la Fundación Yovany Quevedo, Lazos de Vida, organización no gubernamental dedicada a la búsqueda de las víctimas de desaparición forzada en Casanare.
“Esta mujer buscadora fue voz de muchas familias víctimas del delito desaparición forzada a nivel local, regional y nacional; empuñando su bandera de la búsqueda recorrió varios escenarios, lugares, caminos y calles sin desfallecer un solo día en su deseo anhelado, encontrar a su tesoro Víctor Mejía”, expresó la Fundación Yovany Quevedo, Lazos de vida en una comunicación lamentando su partida.
Agregó que “En su trabajo incansable impulsó y apoyo cada una de las actividades de memoria, exigencia de verdad y justicia con su gran labor de incidencia política y humanitaria en la búsqueda de más de 2.500 personas dadas por desaparecidas en el marco del conflicto armado”.
En el comunicado la Fundación expresa que «Hacemos un llamado al gobierno nacional para que se brinden verdaderas acciones concertadas con las organizaciones del territorio que permita trabajar de manera activa en la búsqueda, al gobierno departamental para que se continúe con la creación de la MESA DE TRABAJO INSTITUCIONAL PARA LA BUSQUEDA DE LAS PERSONAS DESAPARECIDAS EN EL DEPARTAMENTO DE CASANARE, que ha venido solicitando esta organización desde el año 2006 con estrategias, acciones, presupuesto y equipo de trabajo de esta manera mitigar que perdidas como esta mujer buscadora se de sin obtener una mínima respuesta de la ubicación de sus familiares».
La desaparición de Víctor Julio marcó la vida de Mariela y sus hijas
De acuerdo a entrevista realizada por Guillermo Alfonso Alzate Casallas, para su tesis de grado de antropólogo: “Colombia, Estado que daña y repara, estudios de caso con familias víctimas del delito de desaparición forzada en Aguazul, Casanare (2017)”, doña Mariela y sus hijas Yency. Hasbleidy y Yudi no volvieron a tener paz en su vida desde las 3 de la mañana del 3 de julio de 2001 cuando su esposo y padre, Víctor Julio, un agricultor, finquero, trabajador de la vereda La Esmeralda en Aguazul, acudió a una citación de unos paramilitares de las Autodefensas Unidas de Casanare ACC, quienes supuestamente le iban a devolver una moto que le habían hurtado. De ese encuentro nunca regresó.
En esa entrevista Mariela expresó que por su cuenta estuvo investigando qué había sucedido y algunos vecinos le comentaron que a su esposo lo habían acusado de ser estafeta de la guerrilla, porque él vivía en el monte trabajando. Y supuestamente ese fue el motivo de que se lo llevaran y desaparecieran. Ella es testigo de excepción de que su esposo era un hombre trabajador que se la pasaba entre la finca y la casa, negociando y comerciando marranos. También algunas veces trabajó en compañías del sector petrolero.
Mariela afirmó en dicha entrevista concedida en 2016 que en cierta oportunidad don Víctor y un hermano de él, se salvaron de una redada de los paramilitares, quienes llegaron a la vereda donde estaba ubicada la finca de la mamá de él en Aguazul, en abril 21 de 2001 y se llevaron a unos muchachos amarrados, de los cuales mataron a uno, dejaron libres a dos y otros cuatro fueron desaparecidos. En esa ocasión intentaron secuestrarlo a él y al hermano, pero lograron huir. Sin embargo, los delincuentes le robaron una moto y un carro además de quemarle la casa materna.
Por temor a lo que pudiera sucederles se debieron desplazar a Yopal, donde estuvieron refugiados en casa de un familiar durante dos meses. Sin embargo, regresaron a su finca, a donde semanalmente llegaban los paramilitares a extorsionarlos. Finalmente, en una citación para devolverle la moto, se perdió el rastro de Víctor Julio.
En sus indagaciones algunas personas le comentaron que a Víctor Julio lo mataron y lo arrojaron a la Laguna del Tinije. Lo cual implicaba que los depredadores de este hábitat lo desmembraran y engulleran. Por ende, se imposibilitaba poder ubicar sus restos en la búsqueda.
Doña Mariela Avendaño explicó que además de quedar viuda debió hacerse cargo de sus tres hijas, asumiendo totalmente la carga económica y familiar sola. Las reparaciones económicas y ayudas estatales fueron esquivas, pero algo alcanzó a rasguñar para que una de sus hijas pudiera estudiar en el Sena. Tardíamente recibió 19 millones de pesos como indemnización por la desaparición de su esposo. Esos recursos fueron insuficientes para tanta necesidad.
Y aunque la situación luego de la desaparición de su esposo fue traumática y angustiante no recibió apoyo sicosocial. Sus hijas menos. Esto generó la no superación del dolor de la pérdida y el no poder perdonar a sus victimarios, con la consabida consecuencia de la amargura.
En la entrevista, textualmente Mariela afirmó que “En cuanto a la desaparición de mi esposo yo lo que quiero son los restos. Nosotras nos sentamos y nos ponemos las tres a hablar y decimos si llegaran a encontrar a mi papá, que satisfacción sentiríamos de saber que a mi papito lo cogimos así sea en una bolsa plástica y saber que fuimos al cementerio, compramos un pedacito y lo lloramos todo lo que no hemos podido, en una tumba… en este momento yo quisiera que el Estado me colaborara en eso. Que se encontraran los restos y dijeran vengan lo recogen… y acabarse uno esa preocupación de si estará vivo o no. A dónde lo mataron, a dónde lo botaron”.
Hoy 23 de febrero Mariela será sepultada en el cementerio y sus hijas, aunque dolidas y tristes, podrán visitarla en su tumba, cosa que no podrán hacer con su padre.
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