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En Trinidad, Casanare, estas son las mujeres guardianas del sabor ancestral en la cocina silvestre

La gastronomía de los verdes llanos casanareños va más allá de la mamona y la hayaca. Deliciosos manjares, helados, dulces de frutos y plantas típicas de las sabanas fueron presentados exquisitamente en Yopal este fin de semana por las mujeres que hacen parte de las Reservas Naturales de la Sociedad Civil de la Vereda Altagracia del municipio de Trinidad.

Patricia Rodríguez de la Reserva San Cristóbal; Karina Chamarrabí de la Reserva San André; Rocío Parada, de las reservas Campín y La Regadera; Libia Arismendi de la reserva Matapalos; Luz Amparo Duarte de la reserva Buenaventura y Yanire Arismendi de la reserva Betania nos enseñan sobre el uso sostenible de la biodiversidad en la cocina ancestral.

Estas mujeres, apoyadas por ABC Colombia a través de sus profesionales, se unieron para sacar adelante el proyecto Usos y Sabores de la Biodiversidad. Este incluye el experimentar, rescatar, retrotraer e innovar la gastronomía con recetas y practicas culinarias de las sabanas inundables.

¿Y esto cómo se come?

Patricia, Karina, Rocío, Libia, Luz Amparo y Yanire, conocedoras de sus ecosistemas, fauna, flora, paisajes, biodiversidad y cocina, observaron que frutos silvestres y plantas nativas presentes en sus reservas eran subvalorados como alimentos o como medicinas naturales y se dieron a la tarea de dignificarlos a través de gustosas preparaciones y aplicaciones, nacidas de la ancestralidad y de la innovación.

Es de resaltar a la bióloga Beatriz Ramírez, directora de proyectos de ABC Colombia, quien les ha prestado un irrestricto apoyo a sus labores creativas e innovativas.

Igualmente el proyecto fue apoyado por Birdlife International, cuya misión es conservar las aves, sus hábitats y la biodiversidad global, trabajando con las personas hacia la sostenibilidad en el uso de los recursos naturales.

 

Puesta en escena

En una poco común presentación de los sabores de la biodiversidad, estas mujeres congregaron a un grupo representativo de hoteleros, restauranteros, cocineros, cultores y empresarios para exhibir sus plantas y muestras culinarias.

A estos invitados les hicieron poner una venda en sus ojos para luego sí pasarles varias hierbas, plantas y frutos a ver si lograban identificarlas.

Entre ellas estaba la brusca, una especie de frijol, que es utilizada para remplazar el café; la piña guahiba, con un aroma espectacular; el merecure, que es un fruto silvestre; rabo e’mono, una especie de helecho y unas jobas, las conocidas ciruelas calentanas, entre otros. Pocos pudieron con el reto.

En seguida estas juiciosas anfitrionas ofrecieron unas degustaciones de un sinigual helado de merecure, dulce de boja, crocante de semillas de ahuyama, tungo de yuca, arequipe de brusca y unas góticas de miel de abejitas mansas. Delicias gastronómicas que ellas mismas preparan o conservan.

    

   

Mujeres empoderadas

Los sabores de la biodiversidad han sido además una oportunidad para que estas mujeres se empoderen y recorten la brecha de desigualdad frente a los hombres. Entre recetas y conservas han ido creciendo integralmente para poder cumplir con sus deseos de cuidar la naturaleza, la flora, la fauna y aprovechar de forma sostenible los recursos que les brindan sus reservas naturales. Y ellas son las que salen a exponer sus manjares y experiencias en la conservación de la biodiversidad.

Más allá de su destreza culinaria, las mujeres representan un pilar fundamental en la transmisión de la cultura y las costumbres locales. Al compartir sus recetas y técnicas de preparación con las nuevas generaciones, ellas aseguran la supervivencia de este patrimonio intangible que forma parte de la identidad casanareña.

Desde tiempos inmemoriales, las mujeres han sido las encargadas de recolectar frutos, hierbas y especias en los bosques y llanos, seleccionando cuidadosamente cada ingrediente para crear recetas que reflejan la biodiversidad de la zona. Con manos expertas y un profundo conocimiento de las propiedades de cada planta, ellas preparan platos exquisitos y auténticos.

 

No solo cuidan la biodiversidad sino que son grandes creativas

Ejemplo de ello lo explica Amparo Duarte al afirmar que “Yo sí me he repensado la cocina desde que recibo turistas. Antes no pensaba tanto lo que se iba a comer. Ahora uno mira la cosa diferente. Por ejemplo, con los frutos… antes uno pepeaba debajo del palo, ahora cuando hay cosecha se le vienen a uno un montón de ideas.

Igualmente, Libia Arismendi expresó que “Yo siempre había visto esa planta por todos lados, pero jamás se me había ocurrido hacer algo con ella. Mucho menos había pensado en hacer arequipe”.

También Rocío Parada expuso su mensaje: “Junto a mi hija nos gusta inventarnos cosas ricas es la cocina para la familia y para quienes nos visitan. Y bueno también intentamos rescatar recetas antiguas como lo hicimos con el capón de ahuyama”.

Capón de ahuyama o taparuca.

Otra mujer, Narcisa Tapias, comentó que “Desde que aprendí a caminar me le pegue a mi abuelo que era hierbatero y él me enseñó mucho de plantas y desde entonces yo siento que ellas me hablan”.

Yanire Arismendi, esgrimió que “El empoderamiento de la mujer en la conservación, es el reflejo de la sensibilidad y el amor del género femenino en conexión con la naturaleza por hacer visible la importancia de esta y el respeto que le debemos tener”.

En fin, en el corazón de Casanare, donde la naturaleza se abre paso entre imponentes sabanas y caudalosos ríos, las mujeres se erigen como guardianas de un tesoro culinario: la cocina silvestre. Son ellas quienes, generación tras generación, han preservado los saberes ancestrales, transformando los frutos de la tierra en platos únicos que deleitan el paladar y conectan con la esencia misma de la región.

 

Ganadoras en premiación de cocinas tradicionales

Es de resaltar que las mujeres de la vereda Altagracia de la AICA Reserva Natural ocuparon el segundo lugar en el premio nacional de cocinas tradicionales organizado por el Ministerio de Cultura en 2023.

En esa oportunidad presentaron la receta de sopa de Pira, una comida ancestral de la región. Entre los ingredientes principales está la carne de res seca, ahuyama, yuca y plátano verde, entre otros.

En un mundo cada vez más globalizado, donde las recetas estandarizadas y los productos procesados amenazan con homogeneizar la gastronomía, la cocina silvestre de Casanare se erige como un bastión de resistencia cultural.

Gracias a la labor incansable de las mujeres, los sabores ancestrales continúan deleitando paladares y conectando a las personas con sus raíces.

La cocina silvestre de Casanare es una expresión viva de la cultura y la tradición de la región, y las mujeres son las guardianas de este tesoro culinario. Su labor, llena de pasión y conocimiento, merece ser reconocida y valorada, no solo por su aporte a la gastronomía local, sino también por su papel fundamental en la transmisión de la identidad cultural a las nuevas generaciones.

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